Probióticos: mitos y realidad
Todos sabemos que nuestro intestino es más que un simple órgano digestivo. Cada vez más estudios científicos demuestran la importancia del microbioma en el mantenimiento del equilibrio metabólico del cuerpo. Además, los probióticos también sirven para producir vitaminas y otros compuestos importantes y afectan la función del sistema inmunológico. Así que no sorprende que el interés por los productos probióticos esté creciendo. Sin embargo, hay muchos mitos en torno a tomar probióticos. Aquí vamos a tratar de presentar los principales problemas y responder a las preguntas más comunes, disipando dudas.
Mito nº1: no importa qué probióticos compres
FALSO. Quien quiera apoyar su microbioma debe prestar atención al tipo de producto que compra, que idealmente contendrá varias cepas bacterianas que, a menudo, actúan sinérgicamente. Las bacterias del ácido láctico (Lactobacillus) trabajan principalmente en el intestino delgado, mientras que las bacterias bífidas lo hacen en el intestino grueso. Un amplio espectro de bacterias del ácido láctico debe contener al menos 8 cepas. Sin embargo, para garantizar el suministro de todas las secciones del intestino, vale la pena abastecerse de productos que contengan hasta 18 cepas. A veces, sin embargo, para lograr algún efecto terapéutico, se recomienda tomar solo 1-2 cepas. Sin embargo, el número de bacterias de cada cepa es importante. Por ejemplo, no se puede permitir que una cepa exceda el 50% de la cantidad total de bacterias porque podría conducir a la alteración del equilibrio microbiológico.
Mito nº 2: las bacterias del ácido láctico deben estar activadas al entrar en el cuerpo
A menudo pensamos que para que las bacterias funcionen, primero deben activarse, por ejemplo, disolviéndolas en agua. ¡Nada podría estar más equivocado! En el tránsito intestinal, las bacterias se activan a las 24-48 horas de su ingestión. Por lo tanto, disolverlas en agua antes de su consumo no comporta ningún beneficio. Y además, las bacterias tienen que superar el ambiente ácido del estómago y comenzar a funcionar correctamente una vez se encuentran en el intestino delgado. Por ello, proporcionar a las bacterias un entorno óptimo es un desafío para los productores de probióticos. Los productos apropiados aseguran el paso intacto a través del ambiente ácido del estómago y la «liberación» de bacterias solo en el ambiente favorable del intestino delgado, por lo que se utilizan cápsulas entéricas.
Mito 3: la acción de los probióticos no posee confirmación científica
¡No es verdad! Basta con referirse a la investigación publicada en la mayor biblioteca médica y científica en línea Pub-Med, donde introduciendo «probióticos» encontraremos más de 35.000 estudios, incluidos ensayos clínicos aleatorios, hechos a doble ciego, es decir, cumpliendo con los más altos estándares científicos y clínicos. En base a estos estudios, organismos científicos de renombre, como la Colaboración Cochrane, aplican recomendaciones específicas, por ejemplo, en el caso de intestino hipersensible, donde el uso de probióticos aporta beneficios específicos para la salud.
Mito 4: los probióticos no se pueden tomar junto con los antibióticos
Los antibióticos se usan para combatir las infecciones bacterianas, pero no diferencian entre las bacterias «buenas y malas» y, como su nombre indica, destruyen todas las bacterias. El desequilibrio de la flora bacteriana favorece el desarrollo de inflamación en el propio intestino y conduce a la diarrea. Después del tratamiento con antibióticos, se necesitan al menos 3 meses para restablecer el equilibrio del microbioma, por lo que es lógico tomar probióticos durante el tratamiento con antibióticos. Sin embargo, se debe prestar atención al intervalo de tiempo entre la toma del antibiótico y la del probiótico. ¡Las bacterias probióticas se adhieren a la pared intestinal y compiten con las bacterias «malas» en beneficio de nuestra salud!
Mito 5: las bacterias del ácido láctico dañan la mucosa intestinal al alimentarse de ella
Algunos microorganismos se alimentan de la propia mucosa intestinal, y esto constituye un fenómeno totalmente natural. Otros, a su vez, consumen fibra dietética. Si nuestra dieta contiene suficiente fibra, se mantiene en equilibrio ya que estas bacterias producen ácidos grasos de cadena corta como el ácido butírico. Este, a su vez, es una fuente de energía para las células de la mucosa, que así mantienen su función (regeneración, división, trabajo), y al mismo tiempo influyen indirectamente en las bacterias que se alimentan de la mucosa. Por ello, quienes quieran mantener el equilibrio de la flora bacteriana deberán mantener una dieta adecuada, rica en fibra y prebióticos.
Si está interesado en este tema, lea el folleto «Probióticos» publicadado por la Fundación Dr. Rath para la Salud en cooperación con el Instituto de Investigación de Dr. Rath.

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